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Para la inauguración de la segunda versión del Encuentro se llevaron a cabo un conjunto de intervenciones en la Casa Museo Quinta de Bolívar de Bogotá, estas intervenciones se realizaron de forma simultánea buscando una activación de determinados “escenarios” de la Quinta, permitiendo en cada uno la participación del público visitante. Los participantes realizaron un análisis previo del espacio, de manera que las propuestas se basaron en estos análisis.

Finalmente la jornada se planteó desde un recorrido conformado por diferentes estaciones a través de las cuales se abordaron ejercicios dirigidos al reconocimiento del lugar en diferentes experiencias perceptuales. De esta manera el espectador fue más bien participante y actuante al interior de una experiencia, compuesta a su vez por varias experiencias. En mi caso presenté la Acción “Andar la Historia”. Se trata de una acción que conecta la metáfora y el acto ritual, lo simbólico y lo experiencial, se basa en la idea de depuración y limpieza que fundamenta la mayoría de los rituales, la idea de que desplazarse es liberar, cada paso es un despojo, cada etapa que se transita en el ritual es una carga que se libera. Pero también andar en el espacio, y por tanto en el tiempo, implica ir abandonando cosas, recuerdos, memorias, elementos de la historia, algunos que es necesario abandonar y otros que no deberían desprenderse. Al comenzar la acción visto de negro. Comienzo a desplazarme desde la plaza de las banderas, a cada paso corto un pedazo de tela de la ropa negra, dejándose ver la ropa blanca que llevo debajo. Los fragmentos recortados van conformando en el suelo una frase fundamental para la historia de la Quinta. El recorrido termina en un espacio donde está sembrado el árbol de la Fraternidad, alrededor del cual se ha vertido tierra recogida de varios países latinoamericanos, entre ellos Cuba, siendo cubano, este espacio fue esencial para mí, desde ahí una tira con los colores de la bandera colombiana me une a manera de cordón umbilical con el asta de la bandera de Colombia situada en la Plaza de las Banderas. Al pie del árbol de la fraternidad me acuesto ya vistiendo solo la ropa blanca, a mi lado hay dos recipientes, uno con pintura y otro con agua, los espectadores imprimen las palmas de sus manos con la pintura y dejan su huella sobre la ropa blanca, convirtiéndose el cuerpo en soporte pictórico abierto al público

El caminar en el tiempo desviste de una historia que queda como memoria de un camino, escribiéndose sobre el cuerpo (tela en blanco) una historia actual, la de los presentes, las huellas que ellos dejan en su vivencia.

"Andar la Historia" Museo Quinta de Bolívar. Bogotá 2010. II Encuentro de Artes Relacionales

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